Google se pasa la vida visitando páginas web y descargando el contenido que encuentra a su paso. Esto lo hace a través de lo que denominamos arañas debido a la analogía que existe en cuanto a cómo se mueven estas recorriendo su tela (web). Las arañas se mueven entre las páginas, las crawlean, a través de los enlaces, de ahí que estos sean de los elementos fundamentales que estudiaremos y la forma mediante la cual se propaga la autoridad.
Estas arañas envían el contenido que encuentran a las bases de datos de Google, donde luego son organizadas según sus algoritmos de rankeo de posiciones, que es lo que determinara la posición en que la página debe salir según del término de búsqueda empleado.
Cuando nosotros buscamos algo en Google, lo que estamos haciendo es una consulta a su base de datos. De hecho, vemos que se nos muestra la velocidad que ha tardado el buscador en suministrarnos la información en la SERP. Se jactan de ese escaso tiempo de reacción, y no es de extrañar, ya que podemos imaginar la enorme base de datos con la que trabajan y tardar tan poco tiempo en buscar y mostrar toda esa información es todo un trabajo de optimización.
Un dato interesante y que da lugar a pensar es que el Internet público que conocemos a través de los buscadores es menos del 10% del total existente.
Curiosidades aparte, y teniendo en cuenta lo anterior, ya podemos entender que en ocasiones veamos información obsoleta en las SERP, ya que, si hacemos un cambio en una de nuestras páginas, hasta que las arañas o robots de los buscadores no pasen de nuevo, no actualizarán la información en su base de datos. Prueba de ello es cuando al navegar encontramos un error 404 de página no encontrada tras hacer clic en un resultado de búsqueda.